“1,2,3,1,2,3 lo que Vd. no quiera pa mi calle es, 1,2,3,1,2,3 lo que Vd. no quiera para el Rastro es…”
Siempre he sido muy del “Rastro” madrileño.
Desde que era un chavalin y alucinaba tanto con lo que te podían ofrecer a la vuelta de cada esquina, como con el ambiente en torno al mítico “La Bobia” que muchos recordareis ;-)
Sería el 1982, 83 y recuerdo uno de mis puesto favoritos: un tenderete justo al lado de la zona de intercambio de cromos (actividad que siempre me pareció la mas friki de Madrid J) que vendía copias en cintas de Cassete vírgenes toda la música del momento, con las portadas fotocopiadas (algunas a color ;.)) y con una calidad de sonido buena … en el 50% de los casos. Eran unos cuantos tenderetes bien montados, con sus promociones 3x2, ofertas, descuentos … y nada de regateos. Seamos serios ;-)
Aún tengo a modo de reliquia alguna de aquellas cintas de mis “héroes” del momento (Judas Priest, UFO, Michael Schenker, Van Halen, Thin Lizzy etc..) en una de esas cajas que cada cierto tiempo tengo que defender de las acometidas renovadoras del sector femenino de mi familia, y que ante el poderoso argumento: “y esto para que lo guardas… si no tienes ya ni cassette”, nunca soy capaz de contraponer otro argumento diferente en esencia al “Porque si” J
Al cabo de algunos años, se comenzó a percibir en El Rastro claramente mayor presencia policial, para satisfacción de algunos, y disgusto de otros. Y no pasó mucho tiempo antes de volver un buen día, y no encontrar ya ni “Rastro” de aquellos tenderetes de “Cassetes vírgenes”
¿Que es lo que pensé? Pues que bastante había durado lo que a todas luces era algo claramente ilegal.
Pensé, pues que pena porque con la exigua paga que tenía, más los 4 duros de alguna clase particular que otra, tendría que reducir mi adquisición de música.
Y eso es lo que hice. Que remedio.
¿Qué es lo que ni siquiera se me pasó por la cabeza? Sentirme privado de un derecho.
Saqué algún partido mientras duró, pero desde el primer momento sabía que eso no podía ser legal ni durar para siempre, como así sucedió al poco tiempo.
Llámame conformista… pero no se me ocurrió montar una manifestación para recuperar ese acceso a música más barata, ni sentirme privado del derecho a consumir cultura u ofenderme cuando se me privó de ese canal.
Casi 30 años después algo si ha cambiado respecto al escenario del Rastro de los 80’s:
· La tecnología me ha metido “el tenderete” en casa;
· el coste de “adquisición” es prácticamente cero;
· ya no solo hablamos de música, sino que hablamos de video, cine, software, libros etc..
· me planteo otros aspectos que en El Rastro de los 80's no pensaba demasiado sobre ellos, y es la consideración y escrupuloso RESPETO a la creación de cualquier tipo.
· La capacidad de “presión” de algunos colectivos sobre decisores políticos, es mucho mayor, personal y directa.
Pero en definitiva, lo demás sigue igual. No me siento propietario de ningún derecho por el que pelear cuando ese “tenderete” deje de estar tan alegremente en casa.
Y en el fondo SE que todos lo sabemos. Muchos sacan partido mientras dure, pero cuando no sea tan sencillo, no tendremos ningún derecho que reclamar nada.
La tecnología ha cambiado el marco, facilitando hasta lo indecible el acceso a esos contenidos. Pero nada más.
Bueno si. Algo más ha cambiado. Si en aquellos momentos la aportación al producto interior bruto de un país de los bienes intangibles como son la propiedad intelectual e industrial representaban quizá el 30%, en la actualidad podrían representar más del 80%.
O sea, que la urgencia y necesidad de proteger estos valores no son una capricho ni un debate constreñido al “Pelis by the face” SI o NO.
En un mundo globalizado, el debate tiene para nosotros una importancia mayor que nunca. El mundo nos mira. Y ojalá nuestros decisores mantengan una visión global y responsable por encima de otros criterios cortoplacistas o de clave electoral.
Y por cierto, me parece bien empujar a las industrias de contenidos digitales a que imaginen y generen nuevos modelos que aprovechen las posibilidades de internet (Spotify, libranda etc ..), pero nunca penalizar con el desprecio a su propiedad intelectual a aquellas industrias sin la suficiente visión o agilidad para sacar partido a esta realidad. El mercado ya se encargará de ponerles en su sitio como a todo aquel que no se adapta a los tiempos
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